Suite presidencial (Jane y Damon)

Sentí mis huesos crujir bajo la mano de Jane - Auuu... - me quejé recomponiéndome los huesos con cuidado - Tranquila, regeneramos rápido

- Tú regeneras rápido... pero que hay de los demás... - dije bastante preocupada, agachando la mirada al suelo y sin apartar las manos de la pared, arañándola nerviosamente.- No me veo capaz de mezclarme con la gente... - dije amarga mientras me mordía el labio.

Miré nerviosa hacia varios sitios hasta fijar mis ojos en los de Damon.

- No quiero hacer daño a nadie... -susurré suplicante.

¿Te hice daño en algún momento?-le pregunté acercándome a ella.

- No... pero tú puedes controlarte... -dije con una sonrisa triste- Te puedo dañar hasta a tí... y eso no me lo perdonaría jamás... - dije bajando la mirada nuevamente al suelo.- ¿Todavía sigues queriendo salir a la calle conmigo?

¿Te sentirías más segura sin salir?-pregunté acariciándole el brazo

- Ahora mismo no estoy segura de nada... - dije mirándolo a los ojos con una mezcla entre pena y súplica.

Bueno, entonces, no saldremos... Pediremos ehmm.... ¿Almohadas de plumas? ¿De látex? Te vendrá bien alimentarte de una sangre distinta.-dije intentando consolarla y tranquilizarla

Con la mirada aún triste intenté sonreír, intentando agradecer el gesto de Damon por entender mi situación.

- Prefiero plumas... - dije desfrunciendo el ceño y sonriendo levemente mientras lo miraba a los ojos.

Vamos, dejo que tú misma pidas tu comida. E intentaremos ver si puedes usar la persuasión. Aunque deberíamos averiguar si posees algún don especial-sonreí

- Pero no me dejes sola... - dije mientras me acercaba al teléfono y marcaba el número del servicio de habitaciones pidiendo un par de almohadas de plumas.

Colgué y miré a Damon.

- ¿Qué he de hacer para persuadir?- dije no demasiado convencida.

Sólo tienes que afirmar algo, y la habilidad fluye por sí sola... La verdad es que yo no recuerdo muy bien cuándo me surgió- dije apoyándome en la ventana mirando al exterior. La vista era preciosa.

- ¿Y si tuviese otra? ¿Sabría cómo se manifiesta? Porque dijiste que no todos tienen la misma habilidad... - dije curiosa.

Escuché el ascensor en la planta. Aspiré y cerré los puños. Era olor a humano, a su sangre.

- Damon... -dije llamándolo para que acudiese a ayudarme mientras intentaba contenerme.

Tranquila-le susurré acercándome a la puerta para abrirla - Espera a que entre, tápale la boca para que no grite, y luego aliméntate.-le recordé

Asentí y esperé la entrada del joven. Me erguí en la pared cerca de la puerta. Entró en la habitación una chica joven de unos 30 años portando un par de almohadas, blancas inmaculadas.

Mi cuerpo se tensó y comenzó a caminar sigilosamente junto a ella. Cerca de la cama se detuvo para preguntar a Damon dónde quería que las pusiese, entonces deslicé mi mano sobre su boca y me aferré a su cuello con los colmillos extendidos por completo.

Dejé que su espeso y caliente líquido me llenase, saciándome por completo. Necesitaba más y más. Notaba como la chica estaba cada vez más débil. Gruñí levemente, no podía separarme. Miré a Damon sin dejar de gruñir y beber al mismo tiempo, suplicando su ayuda.

Jane, es suficiente, para-le dije de buenas acercándome a la pareja.

Asentí e intenté separarme. Parecía que estuviese pegada al cuello de la joven. Casi temblando me aparté lentamente, recobrando la compostura y haciendo desaparecer los colmillos.

Me fijé en la herida. Me acerqué y deslicé mi lengua por la herida, intentando aprovechar los restos que permanecían. Me aparté relamiéndome y observando como la herida cerraba.

- ¿Y ahora? - pregunté mirando a Damon. Me sentía pletórica. Poderosa. Y, paradójicamente, llena de vida.

Dale algo de tu sangre para que se recupere, e intenta ver en tu interior qué hay de distinto.-le instruí desde la puerta.

Me mordí la muñeca acercándosela a los labios y dejando que diese un trago. La aparté y miré a la joven.

- Gracias por las almohadas. Es hora de que vuelvas a trabajar. Aquí no ha pasado nada... - dije mirándola fijamente mientras ella me miraba con cara de miedo.

Me empecé a poner nerviosa al ver que no reaccionaba a mi intento de persuasión.

- Damon... creo que no funciona... - dije poniendo cara de circunstancias.

Relájate e inténtalo de nuevo- dije apoyándola en todo momento

Miré a la joven, concentrándome en ella, en su imagen. Clavé mis pupilas en las suyas intentando hacer fluir la fuerza que intentaba transmitir.

- Olvida todo... - dije ya algo nerviosa.

La chica seguía allí atemorizada, me dio un empujón y se dirigió hacia la puerta. La miré asustada.

- ¿A dónde crees que vas? - le grité al tiempo que pensaba en la imagen de la joven retorciéndose en el suelo de dolor.

Acto seguido la joven cayó de rodillas gritando. Me quedé parada, asustada sin saber que hacer, únicamente miré a Damon.

Me sorprendí gratamente al ver lo que había hecho Jane - Jane, cielo, intenta hacerme lo mismo a mí - le dije sintiendo curiosidad por saber si surtiría efecto sobre vampiros.

Me quedé parada sin saber que hacer. La chica estaba todavía en el suelo aturdida y semiinconsciente.

- P-Pero Damon... yo... - dije algo aturdida.

Miré a Damon pensando también en su imagen retorciéndose de dolor, pero un dolor menos intenso. Me concentré clavando mi pupila en la suya. Fruncí el ceño. Damon se tambaleó levemente, cayendo sobre una rodilla. El dolor no había sido tan intenso, ni siquiera había llegado a caer completamente al suelo como en mi imagen mental.

Rápidamente salté sobre la joven que seguía en el suelo hasta llegar a Damon.

- ¿E-Estás bien? - dije cogiéndolo del brazo para ayudarlo a levantarse.

Wao... increíble Jane... Creo que acabas de descubrir tu habilidad propia. Creo que los Vulturi podrían interesarse también en ti...¿Te gustaría ser miembro de la guardia de la realeza vampírica?-pregunté incorporándome y cogiendo a la camarera del cuello girándoselo bruscamente hasta escuchar el chasquido de su cuello. La dejé caer y la aparté un poco con el pie.

Me quedé con los ojos como platos al ver la facilidad con la que Damon partía cuellos.

- Em... ¿habilidad? Te refieres a la manera que hago que la gente se retuerza de dolor... No lo encuentro demasiado... ¿práctico? Me gusta mas la tuya... - dije cruzándome de brazos mientras un mechón de mi flequillo cubría parcialmente mi cara todavía bastante impresionada por lo que acababa de ver.

Créeme, tu habilidad es mucho más útil que las mías en el campo de batalla. Y, por desgracia, en los días que corren, nos quedan muchas batallas que librar- dije acercándome a ella