Habitación y baño de Damon

Me quedé sentada en la cama de Damon observando la chimenea. Aquello era lujo en estado puro, me dejé caer sobre los cojines, aspirando el aroma de Damon.

Me tapé y con el calorcito de la chimenea me quedé dormida.

Había sido un día muy duro, tenía ganas de llegar a casa y relajarme. Al menos había podido enmendar mis errores.

Entré en casa, con cuidado ya que vi el coche aparcado fuera. Habían restos de comida en el salón, negué levemente y subí las escaleras viendo una nota en el rellano.

''Damon, Jane está en tu habitación''

Sonreí, quizás debería hablar primero con David, pero no creí oportuno molestarles. Abrí la puerta de mi habitación con cuidado y entré. Aún había fuego en la chimenea.

Vi la figura de Jane sobre mi cama, iluminada en un caprichoso juego de sombras.

Me acerqué a ella besándole en la frente con cuidado para no despertarla. Fui a mi baño en silencio aseándome un poco.

Noté algo de frío y me removí en la cama entreabriendo los ojos. Vi que se filtraba una rendija de luz por la puerta del baño. Me incorporé en la cama con las rodillas a la altura de la barbilla. 'Debe de ser Damon', dije mientras me pasaba la mano por el pelo para intentar arreglarlo un poco.

Me desperecé y esperé que saliese quien quiera que estuviese en el baño.

Salí del baño - Wow, qué susto me has dado! - fingí llevándome la mano al pecho al corazón.

¿Te he despertado? - pregunté acercándome a ella acostándome a su lado sobre las mantas para no darle frío. Mi cuerpo seguiría frío por unos minutos, hasta que tomase la temperatura del habitaculo

- No... - dije fingiendo bastante mal y sin poder borrar una sonrisa tonta de mi cara.- Y vale, sé que soy fea, pero tanto como para asustarte... - dije poniendo los ojos en blanco y mordiéndome el labio.

Dame unos minutos, necesito calentar mi cuerpo. No quisiera enfriarte - le miré sonriendo y apartando un mechó de pelo de su cara - ¿Qué tal te ha ido el coche?

No dejaba de sonreir.

- Ha sido genial, vale que no lo he puesto a la misma velocidad que tú... pero, vaya, nunca había conducido algo así. Me encanta- dije encogiéndome de hombros y mirando con dulzura a Damon.

Bueno, si te hubiesen puesto una multa conduciendo tú... hubiese tocado pagarla - reí mirándola a los ojos. Tenía una sonrisa encantadora.

¿Cómo está Delia? - pregunté con algo de preocupación

- Ese coche impone demasiado como para pararlo y ponerle una simple multa. - dije frunciendo los labios.- ¿Dels? Cuando bajamos del coche estaba algo confusa pero bueno, enseguida se le pasó y estaba francamente contenta. Hemos estado toda la tarde viendo pelis y comiendo guarrerías - dije poniendo los ojos en blanco- Bendita vida de adolescente.- dije frunciendo los labios hasta formar una sonrisa.

Sonreí - He visto las pruebas de vuestros delitos en el salón - reí - Yo también soy un adolescente ¿sabes?, un poco mayor que tú... pero soy un adolescente congelado en el tiempo

- ¿Un adolescente?¿Tú?- dije sonriendo incrédula.

Me detuve a mirarlo mientras acariciaba con mis uñas su mejilla para acabar deslizando mis dedos entres su pelo.

- Tienes pinta de ser algo más mayor que un adolescente - dije en tono confidencial.

Para mí se congeló el tiempo cuando tenía diez años más que vosotras - respondí algo apenado, pues me hubiese gustado poder disfrutar más de mi vida humana. Pero el ser vampiro, no me había impedido ser feliz en la medida de lo posible

- Entonces, ¿tenías 27 cuando te convirtieron? Vaya, yo creía que tenías 30... - dije sacándole la lengua divertida.

En mis tiempos los jóvenes parecían mayores que los de ahora. Eran tiempos duros, nos mandaban a la guerra muy jóvenes. Y la calidad de vida era muy inferior. Yo tuve suerte de nacer en una familia muy acomodada, y no tuve que ir a la guerra. Pero sí prestar servicio. - dije girándome un poco hacia ella, mirándola a los ojos. Haciendo un repaso rápido a su cuerpo - Te sienta bien esa ropa, pareces más mayor... - sonreí

- Vaya... gracias... - dije mordiéndome el labio y echándome un vistazo rápido.- ¿Y qué servicio prestabas? - pregunté curiosa.

Estuve en la guardia real, con mi hermano Stefan- comenté incorporándome un poco, separando el brazo de mi cuerpo invitando a que Jane se recostase sobre mí.

Accedí gustosamente a la invitación de Damon. Me recosté sobre él, acomodándome sobre su brazo y mirándolo a los ojos.

- ¿Y qué hacíais en la guardia real?¿Proteger a princesas desvalidas? - pregunté arqueando una ceja divertida.

Casi, protegía al rey y a la reina. La princesa era para Stefan. Sólo tuve que cumplir dos años de servicio, Stefan siguió un poco más. Mi padre era un hombre muy estricto, y tradicional. Le gustaba que sus hijos tuviesen las enseñanzas necesarias para poder defender a sus familias en un futuro. - comenté acariciándole el brazo con mis dedos - Míralo por el lado bueno, tienes una enciclopedia histórica disponible para contarte todo lo que necesites saber sobre historia - reí levemente

Sonreí.

- ¿Sabes? Podrías ser tú nuestro profesor de Historia, así sí que me gustaría ir a clase. - dije seria.- No como las clases del Sr.Smith. Las hace aburridas y encima es feo.- dije mientras jugueteaba con el brazo con el que Damon me acariciaba.

Fui maestro hace muchos años, pero mi dieta me impide estar cerca de alguien que sangra. Y en un instituto, es fácil que haya alguien sangrando cerca-comenté besándole en la frente

- Pues vaya... qué pena... ¿Y no has pensado en cambiar de dieta? - dije algo tímida- ¿No podéis comer otra cosa? - pregunté curiosa.

Estaba francamente cómoda con Damon en su habitación, charlando. Era el chico más encantador y guapo que jamás había conocido. Esbocé una sonrisa al pensarlo.

Hay vampiros, como los Cullen, que se alimentan de animales. Pero eso los hace mucho más limitados. Dificilmente podrían luchar contra un vampiro carnívoro o contra un licántropo, y salir victoriosos. La sangre humana nos hace fuertes, nos permite utilizar nuestras habilidades. - dije cubriéndola con la manta para no enfriarla.

- ¿Cullen?¿Licántropos? -pregunté sorprendida- Creo que me estás dando demasiada información que no se si seré capaz de procesar. ¿Me estás diciendo que el doctor al que le entregué mi expediente médico es un vampiro? - dije arqueando una ceja y ladeando la cabeza al analizar su apariencia. - ¿Todos los vampiros sois guapos? - pregunté sorprendida.

Sí, él y su familia son vampiros vegetarianos. Y... no, no necesariamente tienen que ser guapos.-respondí - Hay vampiros de todas las etnias, estatus sociales, complexiones, edades y hermosuras. Lo único, es que todos tenemos un algo que hace que la gente se sienta atraída por nosotros.