Suite presidencial (Jane y Damon)

Estaré contigo durante todo el proceso, no te dejaré sola ni un momento.-susurré tumbándome al lado de ella acariciándole la mejilla con una sonrisa en los labios.

- Más te vale porque no tengo ni idea de lo que tengo que hacer - dije sonriendo y estremeciéndome ante la caricia.

Cada palabra hacía que mi garganta ardiese, aunque debía de aguantar. Me asombraba a mi misma que siguiese siendo cuerda e inquebrantable, aunque como alguien se pusiera a tiro no sabría como reaccionar.

- Me tienes que enseñar a hacer eso de los ojos que le hiciste a Delia el otro día- dije acordándome de la mañana en el almacén de Seattle. De repente me acordé de ella. - Oye, ¿cómo crees que se lo tomará?- pregunté mordiéndome el labio.

La persuasión es una de mis habilidades... tú, posiblemente, tendrás las tuyas propias. Las cuales irás descubriendo con el paso del tiempo-respondí sonriéndole y acercándome a ella - No sé si sería correcto decírselo a Delia, está saliendo con nuestro enemigo natural...

- Vaya, seguro que no tengo ninguna- dije divertida- ¿Nuestro enemigo natural? ¿David? - pregunté confusa- No entiendo...

Desde hace siglos... los vampiros tenemos un enemigo natural... los licántropos. Los reconocerás facilmente porque huelen como a perro mojado. Nosotros para ellos olemos mal también. Así que David se dará cuenta de que has sido convertida.-comenté sin dejar de acariciarle el pelo y el rostro

Me incorporé levemente apoyando el brazo, quedando inclinada de costado.

- ¿Estás de broma?¿David, licántropo? La otra noche había luna llena y seguía igual, los hombres lobo se transforman con luna llena... Y no huele a perro mojado... - dije arqueando una ceja dubitativa.

En realidad, son Metamorfos, pero tradicionalmente adoptan forma lupina. A eso lo llaman entrar en fase. Es más o menos como esto... -dije forzando mi rostro haciendo que mis ojos cambiasen de color y mis colmillos salieran, a la vez que las venas de debajo de mis ojos se marcaban en un color negro - Pero ellos cambian todo su cuerpo - dije regresando a mi forma normal.

Me quedé boquiabierta mirando a Damon.

- ¿Yo también voy a hacer eso? - pregunté curiosa. - Das miedo. - dije volviéndome a tumbar cayendo a escasos centímetros de su cara.

Asentí - Ese es nuestro rostro de ''Voy a morderte'' - reí rozando mi nariz con la de ella

- Espero que no haya un espejo delante cuando lo haga... - dije divertida riendo como una niña.

Sonreí mientras cerraba los ojos con fuerza e intentaba imitar a Damon. Las encías me ardían, notaba dolor en los dientes. Mis colmillos se estiraron levemente. Cerré de nuevo los ojos con fuerza para abrirlos ya con todo de vuelta a la normalidad.

- Tengo hambre... - dije casi ronroneando.

Bueno... supongo que podemos adelantar la merienda- dije estirando la mano hacia el teléfono y solicitando una botella nueva de champagne - Ahora subirá la bebida - sonreí colgando y volviendo junto a Jane acariciándola.

Volví a sonreir cerrando los ojos ante las caricias de Damon, dejando que mi cuerpo sintiese su tacto. Me acerqué y le dí un beso en la nariz para luego darle un suave beso en los labios. Me aparté levemente.

- ¿Nos vamos a beber al camarero? - pregunté divertida y curiosa.

Lo vas a hacer tú, y yo me encargaré de limpiar sus recuerdos- le susurré levantándome al escuchar la puerta - La yugular es el sitio más accesible en el que podrás beber mayor cantidad en menor tiempo. Procura taparle la boca para que no grite. Y no bebas más de la cuenta, no queremos matarlo- susurré abriendo la puerta y dejando pasar al camarero con la cubitera y la botella nueva de champagne.

Respiré hondo, allí estaba el camarero. Su aroma me llegó, apetecible, cálido. Me acerqué por detrás mientras dejaba la cubitera sobre la mesa. Noté como mis colmillos salían, dolía. Pero el hambre que tenía podía con el dolor. Deslicé mi mano hasta su boca, cubriéndola por completo mientras hincaba mis colmillos en su cuello.

Noté como el espeso y cálido líquido se deslizaba a través de mi garganta. Me llenaba. Me saciaba. Notaba que tenía que parar, pero no podía. Era deliciosamente adictivo.

Jane, cielo, ya es suficiente...- susurré poniéndole la mano sobre el hombro

Me aparté de golpe, relamiéndome los labios y notando como los colmillos volvían a su sitio. Apenas dolían y la garganta ya no me ardía.

Me pasé las manos por el pelo y sonreí. Luego me quedé observando a Damon, expectante por saber qué le haría al camarero.

Agarré al camarero por los hombros - Jane, dale de tu sangre para que sane sus heridas. Dale muy poca

Me encogí de hombros levemente e imité el gesto que solía hacer Damon conmigo. Me mordí la muñeca, formando una herida considerable y la acerqué a los labios del camarero, apartándola cuando comenzó a succionar con intensidad.

Me lamí la herida y seguí mirando a ver qué hacía Damon.

Miré al camarero - Sólo has traído el Champagne, no has visto nada más, ni ha ocurrido nada. Te abrocharás todos los botones de la camisa hasta que no te quede marca alguna- el camarero asintió y se retiró

Observé al camarero como se marchaba cerrando la puerta tras él como si nada hubiese ocurrido. Me giré hacia Damon y sonreí.

- Qué pasada... - dije con una risita nerviosa lanzándome sobre la cama. - ¿En serio que yo no puedo hacer eso? - dije fijándome en los pequeños detalles de las grecas que cubrían el techo.

Quizás sí, pero las habilidades no se empiezan a manifestar hasta pasados unos días- sonreí sirviendo dos copas de champagne frío y acercándome a Jane con una de ellas ofreciéndosela - Brindemos por nuestro eterno presente

- Vaya, pues me tocará esperar- dije cogiendo la copa que me ofrecía brindando con él.

Di un sorbo. Era casi como tomar aire. Nada. Me quité los zapatos sin incorporarme, lanzándolos con cuidado hacia cualquier parte.

- ¿Dormimos? - pregunté nuevamente con curiosidad. Había tantas cosas que desconocía.

Podemos, pero no tenemos la necesidad de hacerlo. Al igual que pestañear... Tendrás que acostumbrarte a hacerlo para no parecer una rarita. Y tampoco permanezcas mucho tiempo en la misma postura, ya que eso también resulta rarito.- dije bebiendo un sorbo de champagne

Sonreí divertida.

- Lo intentaré. - dije mirándolo.

Arqueé una ceja y me lancé sobre él abrazándolo, tirando su copa de champagne al suelo. Me mordí el labio y me encogí de hombros inocentemente parpadeando rápidamente repetidas veces.

Sonreí recorriendo sin miramientos el cuerpo de Jane, ahora no había el temor de convertirla en contra de su voluntad.