Suite presidencial (Jane y Damon)

La Verbena es una planta, desgraciadamente se puede encontrar en muchos lugares, incluso en infusiones... Si te alimentas de alguien que la ha consumido, podrías tener problemas. Lo peor de todo, es que cuando está dentro del organismo de alguien, no la podemos detectar. Pero si está en una bebida, o en cualquier lugar, la identificarás facilmente, tiene un aroma semejante al de las rosas, pero más dulce.-respondí jugando con mis dedos sobre el abdomen de ella.

- Bueno... tendré que estudiar pues... - dije encogiendo el abdomen al contacto con sus dedos ya que me hacía cosquillas.

Sonreí y rápidamente sin darle tiempo a parpadear me aparté y me quedé sentada de rodillas en el otro extremo de la cama.

- ¿Sabías que tengo muchas cosquillas? - dije sonriendo maliciosamente.

¿Dónde tienes cosquillas?-pregunté traviesamente

- Por todo... - dije sin más dirigiéndome hacia el armario y rebuscando algo que ponerme.

Deslicé mis manos habilidosamente entre las perchas mientras Damon seguía en la cama. Encontré un camisón de seda negro de tirantes y saqué la percha con la prenda. Me quedé mirándolo un instante para girarme hacia Damon con la percha en la mano y la prenda superpuesta sobre mi cuerpo.

- ¿Y esto? ¿También me has comprado la ropa interior? - dije arqueando una ceja.

Ropa interior, zapatos, ropa normal,... todo lo que podrías necesitar-sonreí mirándola desde la cama, acomodando los cojines contra el cabecero de la cama para quedar semi-incorporado.

-Vaya... estás en todo... -dije intentando contener una risa.

Me giré hacia el espejo de cuerpo entero que había en la pared poniéndome el camisón por encima de la ropa. Esbocé una media sonrisa y me quité la camisa, quedándome mirando al espejo. Era la misma de siempre, pero el hecho de convertirme en vampiro me había realzado, resultando más atractiva.
Me quité el pantalón y comencé a mirarme en el espejo tanto por delante como por detrás, hasta que finalmente me puse el camisón, cogí una bata de seda negra a juego y me dirigí nuevamente hacia Damon.

- Me he visto distinta en el espejo... - dije algo inquieta mientras me pasaba la mano por el pelo. - ¿Es normal?


*****
El camisón

Sí, cuando un humano se convierte, su belleza natural se ve incrementada para poder hacer más fácil el trabajo de seducir a los humanos para alimentarnos de ellos. Digamos que nuestro físico es nuestra mejor arma para comer... Nunca verás un vampiro con un mal físico o que no sea atractivo-respondí apartándome un poco y dejando sitio a Jane a mi lado

Dejé la bata a los pies de la cama, en una pequeña banqueta y me recosté junto a Damon, levemente incorporada sobre los cojines.

- Entonces todos sois... - rectifiqué rápidamente- somos - dije algo extrañada, me resultaba raro todavía- guapos, ¿no? Ahora debería de volver a Miami y pavonearme delante de todos los chicos que me han rechazado - dije enfurruñada como una niña pequeña intentando aguantar una carcajada.

Podemos ir a Miami... y pavonearte y presumir de novio.reí divertido abrazándola contra mi cuerpo, sin preocuparme de hacerle pasar frío

Sonreí ante sus palabras. 'Presumir de novio'. No pude evitar enroscar mis brazos en su cuello y darle un corto pero apasionado beso. Me mordí el labio apartándome y arqueé una ceja.

- ¿Cuando vayamos a ver a mi madre también se lo dirás? - pregunté algo divertida y esperando una respuesta afirmativa.

¿Quieres que le diga... Señora, soy el novio de su hija, tengo más de 500 años, la he convertido en un ser inmortal, y me la llevo de su lado?-pregunté alzando una ceja y poniendo mi mano sobre la cintura de ella con suavidad.

- Creo que lo de la edad y la conversión sobra... - dije frunciendo el ceño levemente para dar paso a una enorme sonrisa. - Aunque bueno, algún día se tendrá que enterar, ¿no? Me refiero a que somos... novios... - dije deslizando mis dedos entre el cuello de su camisa, jugueteando con los botones y mis uñas.

No hay ningún problema en decírselo, se lo suavizaremos un poco-susurré - Pero... necesitamos que tu madre nos invite a pasar. Al menos por ti. Es uno de los inconvenientes que tenemos los vampiros. Siempre que en una casa viva un humano, debemos ser invitados para poder entrar. Sino, nos es imposible entrar

- ¿Aun siendo mi casa me tienen que invitar? - pregunté sorprendida. - ¿Ves? Todavía no lo sé todo sobre vosotr... nosotros - dije acariciando la nariz de Damon con la mía.

Así es... y deberé invitarte también a mi casa-susurré rozando con mis labios los de ella, buscando un beso. Mi mano se deslizaba peligrosamente por el muslo de ella

- Vale, invítame - dije sonriendo divertida aunque algo nerviosa al notar su mano deslizarse por mi muslo.

Desvié mi vista momentáneamente hacia su mano y luego lo miré arqueando una ceja.

Jane... ahora ya nada me puede detener para terminar lo que empezamos las otras noches-susurré sin dejar de mirarla a los ojos.

Me mordí el labio nerviosa y asentí. Si el corazón me latiese estaría a punto de salirse del sitio y me habría puesto completamente roja. Tragué saliva.

- B-bueno...vale - dije parpadeando rápidamente y tensándome levemente.

Va, relájate, no haremos nada que tú no quieras hacer-susurré abrazándola contra mi cuerpo con suavidad.

- No es que no quiera... - dije sonriendo mordiéndome el labio- ...es que ya sabes que yo nunca... - dije encogiéndome de hombros nerviosa.

Entonces hagámoslo de forma fácil... Marca tú el ritmo- susurré acariciándole la espalda con mis dedos.

- ¿Yo? - pregunté sorprendida.

Comencé a balbucear sin lograr articular palabra. Me mordí los labios. Era ahora o nunca, no podía alargar el asunto más, era algo que tenía pendiente y tenía que solucionar por mí misma, aunque me daba algo de reparo porque nunca había hecho algo así y tampoco quería quedar como una fresca si me pasaba.

- Bueno... - susurré apoyando fuertemente mis manos sobre su pecho para ponerlo boca arriba y en apenas una fracción de segundo colocarme sobre él. Sonreí inocentemente.

Desabroché un par de botones de su camisa, dejando su pecho medio descubierto y arañándolo suavemente con mis uñas. Me incliné suavemente.

- Pero tendrás que ayudarme un poquito... - dije remarcando cada palabra rozando sus labios para acabar con un intenso beso donde mi lengua jugueteaba con la suya.

Deslicé mi mano por su nuca, y la otra por su cintura descendiendo hacia su trasero. Mis labios besaban con sensualidad e intensidad los de ella sin permitir que se separasen ni un milímetro. Ahora no debía preocuparme de dejarla respirar, ni de matarla o convertirla. Sólo debía preocuparme de disfrutar con ella, y de que ella disfrutase conmigo.

Me dejé llevar por sus besos. Contoneando mi cuerpo inconscientemente, dejándome llevar cuando colocó su mano en mi trasero, esbozando una leve sonrisa.

Me aparté levemente y comencé a besar su cuello y a recorrerlo con mi lengua, deslizándome hasta el pecho, arañándolo levemente con mis colmillos. Me incorporé levemente y arranqué su camisa sin apenas esfuerzo, volviendo a reclinarme sobre él y continuar deslizando mi lengua por cada centímetro de su torso.

Sonreí con satisfacción tomando entre mis manos el rostro de ella y besándole apasionadamente, girando sobre ella y colocándome encima suyo, apoyando los codos sobre los almohadones.