Dormitorio de la casa

Reboté un poco sobre la cama cuando me dejó caer, miré a mi alrededor. Tenía una habitación preciosa, y muy amplia. Le miré sonriendo - ¿Vas a hacerme el salto del lobo? - pregunté entre risas

- No querida... - dije mientras cogía de una silla un pantalón largo de algodón y una camiseta vieja de tirantes. - Yo me voy al sofá a dormir. - dije antes de entrar al baño a cambiarme y a lavarme los dientes.

Me incorporé quedando sentada en la cama. Miré la enorme cama y luego miré hacia la puerta del baño - Pe-pero.... - me quedé muy cortada. No sabía qué decir. Dí por hecho que él dormiría conmigo.

Salí cambiado. Dejé la ropa que llevaba tirada sobre una silla. Miré a Delia, parecía decepcionada.
- ¿Prefieres que duerma contigo? Yo lo hacía por no cabrear a tu tío, pero si eso es lo que quieres... - dije caminando descalzo hacia la cama y dejándome caer en el lado más cercano a la puerta.

Miré a Dave en silencio y be acosté pegándome a él para sentir su calor - Buenas noches... - dije notando como si David no quisiese hablar más...

Abracé a Delia y la acerqué contra mi pecho.
- Va, tonta, ven aquí... - dije besándola en la frente.

Me abracé a él, buscando la protección de sus brazos - Sé que todo ha sido muy rápido... Y lo siento - susurré

- ¿Que sientes?¿Que hayamos conectado tan rapido? Lo que pasa es que no quiero que te canses tan pronto de mi... porque te he imprimado y eso no se puede cambiar... si te vas y me dejas me convertiré en un acosador con orden de alejamiento incluida. - dije divertido.

No quiero alejarme de ti, ni voy a cansarme de ti...-le aseguré mirándole a los ojos. Pudiendo apreciar su rostro a contraluz, con el leve reflejo de la luz de la luna que entraba por la ventana.

Bese a Delia delicadamente en los labios y la hundi en mi pecho.
- Si te doy demasiada calor me avisas y me apartaré un poco. Es lo que tiene ser una estufa andante - dije divertido.

A decir verdad me encanta el calor que desprendes. Es muy agradable. Y cómodo, porque no me molesta ninguna manta- sonreí respirando profundamente, abrazándole.

- Lo tendré en cuenta... a ver cuanto tardas en quejarte... - dije con una sonora carcajada.

Tras pocos minutos, caí rendida. Respiraba profunda y pausadamente, con el cuerpo totalmente relajado.

La besé delicadamente en la frente y con ella entre mis brazos quedé dormido.

Me guié por el rastro de Delia y del lobo. Sabía que estaba arriesgándome mucho entrando en la reserva y más dirigiéndome a la casa de un licántropo. Me detuve delante de la puerta de casa de David y permanecí en silencio allí, esperando a que él notase mi presencia.

Me desperté sobresaltado. ¿Que hacia el aqui? Eso era una provocacion en toda regla. Me levante rapidamente intentando no despertar a Delia y me acerqué a la puerta de la casa abriendo de golpe pero sin hacer ruido.
- ¿Que haces aqui?- pregunte algo tenso remarcando cada palabra.

Alcé las manos como si me estuviese apuntando con un arma - Tranquilo, vengo desarmado. Sólo quiero que hablemos sobre Delia - dije esperando a que me invitase a pasar para poder hablar.

Me relaje levemente pero sin bajar la guardia. Analizaba cada uno de sus movimientos.
- No se si es buena idea. Ella está durmiendo- dije señalando con la cabeza hacia el dormitorio con algo de escepticismo.

Estoy seguro de que podemos hablar lo suficientemente bajo como para no despertarla-respondí bajando las manos sin hostilidad alguna

Respire hondo.
- No hagas que me arrepienta... pasa... -dije apartándome a un lado de la puerta dejando que pasara al interior.

Entré en la casa de David, el olor me resultaba casi insoportable pero necesitaba hacer eso. Caminé hacia uno de los sillones y me senté esperando a que él se sentase conmigo.

¿Qué sabe Delia sobre nosotros?-pregunté hablando muy, muy bajo.

Me senté en un sillón junto a él. Fruncí levemente los labios.
- Bueno, sabe bastante. Es una chica muy curiosa.- dije mientras apoyaba mis codos sobre las rodillas echando mi cuerpo levemente hacia delante.- Pero creo que deberias de hablar con ella. Yo le he contado cuatro cosas para calmar su curiosidad, pero creo que el resto te toca a tí. - dije mientras frotaba mis manos y lo miraba.

Estaba preocupada, quizás demasiado, por David Mitchell, el nuevo y misterioso licántropo que se había instalado en la reserva. Pregunté a los chicos si lo conocían, y nadie sabía nada de él, así que comenzamos a hacer conjeturas arriesgadas sobre quién era y por qué había aparecido por la Push. Después decidieron que como "Leah ya es su amiga", debería ir ella a su casa a indagar el por qué de su visita, y si había algo extraño.

Yo después de una larga y excéntrica discusión, me obligué a ir a visitarlo para hacerles ver que era un tipo de lo más normal y que lo que ellos temían, en especial Sam Uley, era perder su puesto de Alfa de la manada.

Pero nada más equivocado, tan pronto traspasé los 200 metros que me acercaban a su casa, una penetrante y desagradable peste a vampiro invadió mi cabeza. Decidí que llamar a la puerta no era la mejor opción, porque posiblemente estaba siendo víctima de una emboscada. Espié a través de la ventana del salón a una distancia prudencial, y cuán grande fue mi sorpresa.
Damon, la marioneta de la Vulturi, charlaba amistosamente ¿con David?. Aquello no me cuadraba nada de nada, y no me hacía ni pizca de gracia.

Pero no sólo eso, dentro sobre la cama, pude notar la respiración acompasada de una humana. Agucé mi oído, aunque a tanta distancia me era muy difícil escuchar...

Me pasé las manos por la cara como símbolo de agotamiento - No debería saber nada de nosotros... Que sepa que yo soy un vampiro y tú un licántropo, no hace más que ponerla en peligro... No sé vosotros, pero nosotros debemos ser discretos con los humanos, cuidar nuestros actos y nuestros movimientos. - dije alzando la mirada cuando escuché la puerta - Vaya... vais a terminar toda la manada...-comenté