Perdido [Libre]

Salí del Hospital sin saber demasiado sobre mi vida. Estaba claro que algo me habia traido hasta ese pueblo, ¿pero qué? Coninué caminando sin rumbo por las calles, hasta que no recuperara la memoria, poco más podría hacer. Finalmente, me senté en un banco a tantear mi situación. Notaba que habia algo importante que debia hacer, pero no podia recordarlo, es más, ni siquiera sabia mi nombre. Mire a la gente pasar intentando que, alguna de esas personas, consiguiera hacerme recordar, pero eso no ocurrió.

Después de la primera reunión en la cueva, decidí enseñarle el pueblo a Duna como buena anfitriona. No me gusta demasiado Forks, prefiero la Reserva...-bufé mientras salíamos del bosque para comenzar a caminar por las aceras del pueblo-
Aquí es territorio de los famosos Cullen, y te darás cuenta de que pulula por aquí más de un vampiro, así que siempre hay diversión...-bromeé-

Continuaba pensando cuando capté un aroma ¿familiar? No sabia como explicarlo pero notaba algo extraño. ¿Por qué me pasaba esto? Miré en la dirección de la cual procedia ese olor. Allí habian dos chicas. Muy guapas las dos. Me quedé mirandolas intentando averiguar si las conocia de algo, pero no obtuve resultados.

Vi a un chico sentado en uno de los bancos colindantes al parque, tenía la mirada perdida y estaba sólo. Olisqueé el ambiente y miré a Duna.
Otro licántropo...-susurré mientras Duna se había quedado atrás, mirando un punto de información-

Me acerqué hasta él y me senté a su lado. Hola, ¿eres nuevo en Forks hermano? -pregunté muy seria-

Una de las chicas a las que estaba mirando se acercó y ese olor se hizo cada vez más fuerte. Se sento a mi lado y me saludó. ¿Hermano? Yo no era su hermano... ¿O sí? La miré confundido mientras enarcaba una ceja.
-Perdona, te conozco? -pregunté en tono ausente.

No me conoces, pero trataba de ser amable...siempre me pasan estas cosas cuando trato con lobos!!! Si es que no debería intentar cambiar de personalidad...-murmuré molesta, mientras agitaba los brazos-
Sin embargo el chico parecía perdido y atemorizado. ¿Dónde está tu manada, o tu familia? -pregunté comenzando a preocuparme-

¿Lobos? ¿Manadas? ¿De que estaba hablando? No entendía nada de lo que me decía.
-Veras... ¿como te lo podria explicar? -dije midiendo mis palabras, me empezaba a dar mala espina todo esto- lo último que recuerdo es despertarme en una habitación de hospital, con amnesia.

Dios mío...-exclamé atónita- ¿Me estás diciendo que no sabes quién eres ni lo qué eres? -continué boquiabierta- Creerás entonces que estoy loca...disculpa...

Sonreí ante su expresión.
-Pues la verdad es que un poco sí... -reconocí intentando parecer cordial- esto... te diría mi nombre, pero no me lo se -bromeé muy a mi pesar. No recordar nada era algo que me superaba.

Pues no sé por dónde empezar...yo soy Leah, y creo que deberíamos volver al hospital para saber quién eres...-dije nerviosa mientras miraba a Duna que todavía seguía concentrada en un mapa-

Volve al Hospital... Definitivamente, no.
-No quiero volver allí, no saben nada, ya lo pregunté -dije recordando lo poco que sabia- además, el médico huele bastante mal -añadí mientras arrugaba la nariz solo de pensarlo.

Pero entonces...¿prefieres ir a la policía? Aunque no te lo aconsejo, puede que seas un prófugo de la justicia... -pregunté desconcertada, y después bromeé para intentar animarlo-

Sonreí ligeramente. Parecía buena chica después de todo.
-No, no te preocupes, el médico dijo que la iria recuperando gradualmente, que no me preocupara -dije sin estar demasiado convencido.
Me quedé en silencio durante un rato.
-No se como decirte esto, pero, veras: Cuando os he visto a tí y a tu amiga -dije señalando a la otra chica que estaba mirando un mapa- me vino un aroma, extraño, me resultaba familiar, y aun lo siento, pero no se por qué... -hice una pausa para mirarla- Deberás pensar que estoy loco... -finalicé.

Creo que no estás loco, pero si te contara lo que en este momento quieres saber...posiblemente te daría un shock o algo similar, no me gustaría tener que llevarte de nuevo al hospital...-sonreí-

Por lo de ahora, me presento...soy Leah Clearwater y vivo en la Reserva Quileute, y ella es mi amiga Duna Di Bello, acaba de llegar al pueblo también...viene de Italia...-afirmé mirando al chico, que fijó su vista en Duna-

La ecuché con atención. ¿Que cosas eran esas que tenia que contarme? Miré a la otra chica, Duna, tampoco la conocía.
-Encantado Leah -dije mirandola de nuevo- yo me llamo... -hice una pequeña pausa- no lo recuerdo -añadí escondiendo la cara entre las manos.
Se hizo el silencio, algo incomodo la verdad.
-Por favor, cuentame todo lo que sepas -dije mirandola suplicante- necesito saberlo.

Uhm...verás chico, entiendo que busques respuestas, aunque esto es bastante complicado de explicar...por dónde empezar, haber dime...¿crees en la magia? -pregunté retóricamente, dándole vueltas a cómo contarle lo de su peculiar variación genética-

La miré escuchando atentamente.
-La magia? -pregunté sin intención de parecer demasiado escéptico- te refieres a trucos con cartas o ilusiones? -pregunté confundido.

No me refiero a magia de verdad, de la que oyes en las leyendas de siempre y ves en las pelis...¿crees en el bien y el mal? ¿en que hay bandos que luchan a un lado y al otro? -tanteé el terreno antes de contarle más-

Sopesé su pregunta durante un rato.
-A ver si me se explicar... -dije mientras me preparaba- pienso que sí, existe el bien y el mal, pero no de una forma abstracta -pausa- La gente puede escoger ser mala o ser buena, pero una vez escoge, es dificil echarse atrás -otra pausa- y en cuanto a lo de las leyendas y tal... -pensé antes de hablar- no recuerdo que creía antes, pero, supongo que cada leyenda tiene su fondo de realidad. Tienen que estar fundadas por algo -me expliqué.

Sonreí inspirando fuerte. Está bien chico, te diré lo que quieres saber...más bien te lo haré sentir, porque soy una mujer de acción no de palabras...-afirmé mientras me levantaba, lo cogía de la mano y lo llevaba a un lugar lo suficientemente alejado del parque-
Perdóname por lo que voy a hacer, pero es absolutamente necesario...-afirmé dándole una buena bofetada-

Sabía que lo más destacado de los licántropos era nuestra facilidad para enfadarnos, pronto le herviría la sangre y comenzarían a aumentar los latidos de su corazón, entonces entraría en fase-

Me arreó una torta y yo me quedé parado con la cara girada.
-Pero que coño haces?! -pregunté mirandola entre extrañado y cabreado- de que vas?!
Lentamente notaba como me iba cabreando cada vez más. Me empezabá a notar demasiado caliente y un atisbo de taquicardia.
-Que me está pasando?!! -casí grité mirandola aun confundido y lleno de rabia

Le di otro bofetón en el lado opuesto de la cara, mientras me preparaba para retroceder varios metros lejos de él.
Déjalo salir pequeño, después entenderás quién eres...-grité zarandeándolo, mientras clavaba mi mirada en la suya-

Al recibir la segunda bofetada empecé a moverme espasmodicamente sin poder evitarlo. La vista se me nublaba y no sabia que me ocurría. Por otro lado notaba como la ira y la furia iban creciendo en mi interior y luchaban por salir. Pocos segundos después estaba en el suelo a cuatro patas, pero había algo diferente. Era un... ¿lobo?
La miré ya más calmado, creo que, por la sorpresa.

De repente pude oír su corazón a punto de estallar, y retrocedí a varios metros de él. Cuando cayó a 4 patas, lo miré y sonreí de medio lado. Bienvenido al mundo licántropo desconocido, te presento a tu personalidad...-afirmé acariciándole bromista la cabeza-
¿Quieres que entre en fase y damos una vuelta? Si quieres mueve la cabeza, sino niega...-pregunté sabiendo que debía estar alucinando con su cambio-
Después ojeé a Duna, que había comenzado a hablar con el funcionario del punto de información, ajena a todo lo que ocurría.

Esto era increible. Me sentía libre, sin ataduras. La escuché atentamente y no pude evitar sentirme agusto cuando acarició mi cabeza. Era algo totalmente nuevo, no tenia comparación con nada vivido antes.
Al escucharla hablar asentí con la cabeza, queria conocer todo este mundo.