Dormitorio Leah Clearwater

Llegué a mi habitación, me quité los zapatos y caí rendida sobre la cama.

Después de varias horas durmiendo, me desperté a causa de terribles pesadillas que atormentaban mi tranquilidad. Miré hacia la ventana abierta de par en par, que traspasaba un aire gélido y dejaba entrever un plenilunio excepcional.

Samantha se había marchado a casa de unos amigos, y me sentí más sóla que nunca. Escuché los sonidos del exterior, y no había nada ni nadie. Sólo se oía el zumbar del viento, y una lejana y triste canción que parecía entonar la luna para mí.
Me senté en la cama con las piernas cruzadas, y me sequé el sudor con el dorso de la mano. Estaba ardiendo, seguramente tendría unas décimas de fiebre a causa de mi desasosiego interno. Y la cabeza comenzó a darme vueltas en pensamientos autodestructivos:
¿Por qué se había ido Jeremy? ¿Qué había echo para que me odiara hasta el punto de abandonarme? Si le hubiera pasado algo malo, me habría enterado por el vínculo de la imprimación. Porque existía la maldita imprimación, ¿era real verdad?
Simplemente era como si se lo hubiera tragado la tierra, cercenándome una parte del corazón, dejándome sóla y olvidada de nuevo. Leah estaba condenada a estar sóla, porque ese era su maldito destino....si al fin y al cabo no dejaba de ser un monstruo de la naturaleza, ¿qué derecho tenía a necesitar que alguien me amara? NINGUNO.
No tenía derecho desde el momento en que acepté tácitamente mi condición de protectora licántropa, aceptando ser una aberración femenina, una máquina de matar vampiros, un fallo de la madre natura.

Fue entonces cuando me eché a llorar entre gritos de furia, rasgando las sábanas, para finalmente asomarme a la ventana.
¡¡¡Yo no te he pedido este destino maldita seaaaa!!!! -grité a la luna enfurecida, fuera de mí para continuar llorando desgarradamente, echa ya un ovillo en el suelo-

Sin embargo, como un regalo del destino, de repente un estremecimiento recorrió mi cuerpo, y algo cálido me atravesó el corazón. Era la sonrisa de Brad, y el recuerdo silencioso de su último abrazo.
¿Qué está pasando? ¿Qué es este sentimiento Leah? -me pregunté abriendo de par en par los ojos-

Seguidamente salté por la ventana entrando en fase, y corrí desbocadamente toda la noche hasta quedarme exhausta.

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Así pasaron varias noches con sus respectivos días, convertida en loba vagando por los bosques, sin contestar a llamadas de teléfono, e incluso ignorando mi misión protectora. Sólo quería permitir que aflorara mi instinto.

Pero finalmente, en la novena noche puse fin a aquella correría animal que me estaba llevando a naufragar hasta las mismísimas puertas de locura. Sentí cómo el vacío seguía todavía ahí, tan enorme, profundo y oscuro como la última vez que había intentado librarme de él. Mi objetivo debía ser eliminarlo o morir en el intento.
Acudiría a la única persona que podía sacarme de la oscuridad: BRAD.

Hacía ya unos días que habíamos regresado al pueblo, habíamos pasado totalmente desapercibidos. Decidí ir a visitar a Leah, sabía que era lo correcto, apesar de todo lo que me había ocurrido en estos meses. Con la ayuda de Damon entré en su casa y decidí esperarla en su habitación. En la oscuridad, me senté en su cama con el pequeño bebé en brazos, durmiendo. Ya sólo tenía que esperarla.

Llegué de casa de Christine y prácticamente estaba amaneciendo, estaba demasiado cansada y fui arrastrándome a lo largo del pasillo, mientras mis zapatos se quedaban tras de mí...Y de repente al abrir la puerta, algo me hizo enervar, había alguien en mi habitación. Encendí la luz, dispuesta a saltar sobre quién había invadido mi intimidad., y....

¡¡¡Delia!!!! Pero qué...¿eres tú? -exclamé boquiabierta mirándola incrédula, tal vez mi imaginación me jugaba malas pasadas-

Me levanté llevándome el dedo índice a los labios - Shh... sí soy yo, Leah...-respondí mirándola fijamente a los ojos dibujando una leve sonrisa en mis labios. Sabía que mi semblante había cambiado, que parecía más madura físicamente, y que mi mirada era más oscura de lo habitual. En poco tiempo me había visto forzada a aprenderlo todo sobre mi raza y a defender de muchos peligros a mi familia.

Ohhhh Dios....-exclamé corriendo hacia ella y abrazándola con fuerza, aunque con sumo cuidado por el bebé que tenía en sus brazos-
Con las lágrimas a punto de brotar en mi cara, me senté a su lado, y la observé emocionada. Noté de forma abrumadora su cambio físico y también su aumento de energía, demasiado tal vez.
Después me acerqué al bebé, era una criatura tierna, y acaricié su mejilla sonrosada mientras dormía. Felicidades, es una verdadera preciosidad...¿lobito o brujilla? -pregunté sonriendo de oreja a oreja, conteniendo las ganas de acribillarla a preguntas acerca de dónde se había metido todo este tiempo-

Correspondí al abrazo con cuidado, sin poder evitar dejar escapar algo de mi energía al proteger al pequeño e indefenso bebé que tenía en mis brazos. Cuando dejó de abrazarme la miré a los ojos dibujando nuevamente una leve sonrisa en mis labios - Se llama David - susurré mirándole con ternura, entrecerré los ojos y sonreí algo más ampliamente mirando hacia la ventana. Sabía que en ese momento David estaba a punto de asomarse por la ventana-

Hacía tiempo que no había pisado terreno quileute. Seguro que me habían desterrado ya. Cuando Dels entró a casa de Leah yo preferí esperar fuera, sabía cómo se las gastaba la loba así que permanecí apoyado en la pared.
Escuché voces en el interior. Eran Leah y Dels hablando.
- Buenas... - dije asomándome y apoyandome con los codos en el alfeizar de la ventana- ¿Cómo te va la vida, Leah?

Mi ceño comenzó a fruncirse de rabia al mismo tiempo que giraba la cabeza para ver a David asomarse en la ventana.
Pedazo de lobo inconscienteeeee....¿cómo te la has llevado sin decirnos nada a nosotros? A tus hermanos....he estado muy preocupada ¿sabesssssss? -dije abriendo la ventana echa una furia y agarrándolo por el cuello de la camisa-
Pero en seguida, las fuerzas me flaquearon y no pude más que darle un enorme abrazo, aguantándome las ganas de echar a llorar de la alegría. Venga pasa lobo estúpido, tu familia está dentro...-sonreí sin mirarlo apartándome de la ventana-

Me levanté acercándome a David y besándole con suavidad en los labios dejándole coger en brazos a la pequeña criatura. Me vi en la obligación de advertir a Leah de nuestro propósito - Leah, hemos venido a advertirte... - hice una pausa. Mi rostro mostraba una serenidad inquietante, casi tan inmaculada como la serenidad de una estatua - Hemos venido a pelear, ... contra los Cullen y vosotros - le advertí acercándome a ella de forma tranquila y relajada.

Entré de un salto por la ventana pasando el brazo por los hombros de Leah mientras nos acercábamos a Delia y al bebé.
- ¿A que es guapo? Se parece a mi...- dije bastante convencido.
Delia le advirtió de nuestras intenciones. Yo me puse junto a ella y coloqué mi mano sobre su hombro dando a entender que le daba mi apoyo incondicional a ella y no a la manada.
Miré a Leah expectante. No sabía cual podía ser su reacción.

No se parece a ti David....tira más a los Salvatore...-bromeé-
Después de escuchar por qué habían vuelto no pude más que comenzar a reír a carcajadas, hasta que mi risa se fue poco a poco calmando al ver la seriedad en sus caras. ¿Estáis de broma no? Venga dónde está la cámara a la que tengo que saludar...-bromeé pero podía sentir cómo se respiraba un deje de amenaza en su advertencia-
¿Se puede saber qué demonios os pasa? ¿Quién os ha convencido de semejante sandez? ¿Hola? Soy Leah, yo vuestra amiga que se alegra de que seáis una familia y de que volváis a la Reserva.... -afirmé exaltada, enarcando una ceja y comenzando a enfadarme-

Leah, no venimos a por vosotros... pero, en toda guerra, siempre hay daños colaterales... Y vosotros, defendéis al enemigo de Damon. Y yo... le he jurado lealtad...- dije mirando a David con tristeza. Me vi obligada a jurarlo, ya que gracias a él seguía viva y podría seguir viva hasta envejecer, podría ver crecer a mi hijo y disfrutar de él. Lo que más me dolía, era haber arrastrado a David a esa lealtad, a apartarle de lo que era su familia... su raza. Acaricié con mi dedo el rostro del bebé y volví la mirada hacia Leah - Lo siento, no tuve elección...

- Y como comprenderás yo me debo a lo que ella elija... - dije con la mirada triste.
Al fin y al cabo era mi imprimada y me tenía que desvivir con ella aunque ello implicase traicionar a los de mi especie.
Deslicé mi mano y acaricié el rostro de Delia mirándola con ternura y tristeza.

¿Al enemigo de Damon? Sobreentiendo que tu tío va a prestar sus servicios a los Vulturi...pues sinceramente, no me sorprende...-afirmé con el semblante duro y serio- Y, yo no estoy con los Cullen, de hecho no me hace ni pizca de gracia tener que ayudarlos...pero somos una manada, y la imprimada de Jake es una Cullen, con lo cual mataremos a cualquiera que toque a la niña...-afirmé solemne y orgullosa, aunque me doliera profundamente enfrentarme a alguien a quien quería tanto- Seguidamente miré a David y entendí que lo más importante era su familia, no iba a juzgarlo porque seguramente yo habría echo lo mismo.
Bueno, pues gracias por el aviso y por la visita...-murmuré mirando a la pequeña criatura con pena-

Respiré profundamente mientras Leah y David hablaban, me apoyé en la pared unos segundos cerrando los ojos, estaba sufriendo una visión. Me incorporé enseguida y miré a David y luego a Leah, me acerqué a ella - Él no está con los Vulturi, sólo confía en uno de ellos, en Sulpicia... Está ahora con ella, di-dice... que los Vulturi se están disolviendo.- comenté cogiendo en brazos al pequeño David y acercándoselo a Leah. Quería que ella lo tuviese en brazos y memorizase su olor - Leah, no es nuestra guerra... Y, sin Damon... no podría ver crecer a mi hijo, ni podría envejecer junto a David... Es el precio que he tenido que pagar para poder ser un poco más... Feliz...- dije con algo de amargura en la última palabra. Era feliz con David, pero la vida que estaba llevando, no me daba felicidad. - Me gustaría podértelo contar todo Leah, tú me ayudaste mucho cuando supe que estaba embarazada, e intentaste protegerme de cualquier mal que pudiese hacerme Damon

Miré a Leah y me limité a asentir puesto que ya estaba todo dicho. Imaginé que se haría cargo de la situación y se habría puesto en nuestro lugar. Nosotros no estabamos en esa posición por gusto, sino por amor.
- No queremos que nadie salga herido... - le susurré casi sin voz.

Sabéis que yo no quiero haceros daño de ninguna forma, pero no podré impedir que el resto de la manada...-aseguré tragando saliva- ¿No podríamos solucionarlo de otra forma? Hacer una especie de trato con la maldita Vulturi, ¿qué quiere? Además, es que me parece muy injusto y egoísta por parte de Damon, que os meta a vosotros en el medio de algo que no os incumbe...-aseguré acunando al pequeño David y mirándolo con ternura, me parecía una aberración que existiera la posibilidad de perder a alguno de sus padres-

Leah, Damon me suministra su sangre cada día, por eso sentirás que mi olor no es como antes, y que he cambiado físicamente un poco... Su sangre, me permitirá vivir más de lo que haya podido vivir cualquiera de mi especie. Podré vivir el mismo tiempo que viva David, o el mismo tiempo que vivas tú... Es el único modo de que mi organismo no se deteriore. Su sangre, también me ha hecho más fuerte, y me mantiene conectada a él, por decirlo de algún modo... Yo... - callé unos segundos, en ese momento sentí vergüenza de haber acudido a él en ese momento - Yo se lo pedí, le rogué que me mantuviese con vida el mismo tiempo que durase la vida de David. A cambio, le juré lealtad, y estar junto a él siempre que me necesitase. Es lo único que podía ofrecerle... - dije mirándola a los ojos. Aunque mi mirada fuese más sombría, en el fondo, seguía estando mi mirada vivaz, sólo que era triste y melancólica.

- Intentamos buscar otra solución a nuestro problema... pero esta fue la única que encontramos... Estamos atados de pies y manos.- le dije a Leah con el semblante serio.
Luego aparté la mirada hacia el bebé que sostenía en brazos y mi expresión se transformó.

Al mismo tiempo que Delia me narraba el por qué de su lealtad a Damon, las facciones de mi rostro se retraían en una mueca de total repugnancia, y la sangre comenzó a fluirme de forma más acelerada, haciendo que mi temperatura corporal subiera de los 48ºC. Las palabras de David, reafirmándose en la subyugación al vampiro fueron la gota que colmó el vaso de mi ira. Le entregué el bebé a su madre, consciente de que podía hacerle daño.
Lo siento Dels, puedo entender e, incluso justificar que necesites aferrarte a la vida...yo misma, no podría soportar que te pasara algo, pero en este instante, mi condición me grita que eres una traidora, porque me da verdadero asco que te hayas entregado a Damon de esa forma, que hayas optado por el camino fácil...creí que todo sería distinto, y tal vez, hubiésemos encontrado una solución...ahora ya no hay marcha atrás...-aseguré rota de nuevo por creer que había perdido a un ser querido, incapaz de aceptar algo como que ella también se había semivampirizado-

Comencé a temblar, y a sentir las palpitaciones de una inminente entrada en fase, así que salté veloz por la ventana de la habitación, dirigiéndome al bosque, no sin antes haber aullado desgarradoramente, loca de la furia.

Conocía esa reacción, había visto otras veces a David entrar en fase. Abracé contra mi pecho al pequeño ser que empezó a llorar, al sentir la temperatura elevada de Leah, intentando consolarlo y darle seguridad - Dave... deberías ir con ella... - le dije mirándole y caminando hacia la ventana para saltar. Gracias a la sangre de Damon, tenía una agilidad similar a la que tenía David y no me costaba saltar ni trepar.

Salté por la ventana y entré en forma justo antes de tocar el suelo. Corrí tras Leah adentrándonos en los bosques.
Leah, por favor. No nos juzgues..., le transmití mentalmente mientras acortaba la distancia existente entre nosotros.

Me giré con las fauces abiertas y amenazadora. No me sigas David, no quiero hablar contigo...¿por qué no has recurrido a nosotros? Has traicionado a tus principios, sin pensártelo dos veces...-le grité transmitiéndole toda la ira que sentía-

OFF: David vamos al bosque o nos peleamos aquí????

Cuando David salió, sujeté con fuerza al bebé contra mi pecho con una mano, y salté por la ventana con un equilibrio perfecto al llegar al suelo y me incorporé sacudiendo hacia un lado la cabeza apartándome el lacio y ondulado pelo en sus puntas.

Miré hacia dónde David se había ido y empecé a caminar en dirección a la que había sido nuestra casa semanas antes de marcharnos. Dónde teníamos preparada la cuna del bebé.