Starforks Café

Me puse a cubierto bajo el tejadillo que sobresalía del edificio, cerré el paraguas y lo sacudí enérgicamente para retirar toda el agua que fuera posible.
Llevaba todo el bajo de los vaqueros mojado y si hubiésemos caminado unos minutos más también lo habrían estado mis calcetines, menos mal que llegamos a tiempo.
El local era agradable, pequeño, situado en una esquina de la plaza central de Forks. Me detuve junto a la puerta y aspiré profundamente dejando que el aroma a muffins recién hechas me llenase por completo y dejé escapar una leve sonrisa.

- Bueno Delia, es aquí, ¿pasamos? - dije algo impaciente por entrar a algún sitio caliente.

Me puse a cubierto junto a Jane y sacudí al igual que ella el paraguas dejándolo dentro del paragüero de la entrada de la cafetería. Asentí y dejé que entrase ella primero, y así seguirla hasta la mesa que ella desease. Nos sentamos en una pequeña mesita, de aspecto clásico. Como si aquel lugar llevase igual más de sesenta años. Se ve que era una cafetería tradicional.

Colgué del respaldo la bandolera y me quité la chaqueta colgándola sobre el respaldo cubriendo la bandolera. Me subí un poco los vaqueros de pitillo, que por suerte estaban intactos, ya que las botas deportivas me había resguardado del agua del suelo y de los charcos. Me coloqué la camiseta estirándola un poco hacia abajo y me senté cruzando una pierna sobre la otra y mirando el lugar.

Me recuerda a las cafeterías de Italia, cerca de casa había una de este estilo... Una cafetería de esas de toda la vida- dije sintiendo de nuevo la vibración del móvil en mi bolsillo.

Lo saqué y al ver que era Damon de nuevo, le colgué y volví a guardar el teléfono.

Me acerqué hacia la mesa en la que siempre me sentaba. En el rincón junto al ventanal. Se podía ver toda la plaza con sus jardines y la gente pasar por delante de la cafetería mientras disfrutabas de una humeante taza de café caliente.
Delia me siguió y se acomodó al igual que hice yo. Me quité la mochila y la dejé en el suelo entre el ventanal y mi silla y la chaqueta reposando en el respaldo.
Miré de nuevo por la ventana y vi como Delia volvía a juguetear con su móvil.

- ¿No lo coges? - dije encogiéndome de hombros. - Eso me recuerda... que he de avisar a mi madre... - dije mientras sacaba el móvil de mi bolsillo y empezaba a teclear el mensaje.

Miré a Jane mientras guardaba el móvil - No, era mi tío otra vez. - le respondí mirando la carta de cafés y bollería. Una camarera de mediana edad se acercó a nosotras para tomar nota de nuestro pedido.

Yo tomaré un Capuccino y una muffin de pasas-le pedí y miré a Jane esperando a que ella pidiese.

¿Cómo vas a volver a casa?-Le pregunté dejando las manos relajadas sobre mi regazo.

- Yo tomaré otro cappuccino y una muffin de chocolate blanco y frambuesa, gracias. - dije amablemente a la camarera.

En cuanto se fue volví a la conversación con Delia.

- Supongo que andando, mi madre se está quedando últimamente hasta tarde en el taller, tienen un pedido bastante importante que entregar pronto así que apenas la veo - dije encogiéndome de hombros con la mirada triste aunque forzando una sonrisa haciendo ver que no pasaba nada.

Realmente echaba de menos ver a mi madre, prácticamente desde que llegamos a Forks se pasaba el día en el taller haciendo un pedido tras otro y nos veíamos poco. La soledad no me estaba sentando nada bien en un sitio tan gris y nuevo para mí. El rincón de la cafetería había sido una ruta de escape pero no podía serlo siempre.

Si quieres podemos acercarte a casa, nos viene de paso.Y a mi tío no le va a importar.- le dije sonriéndole. Así Damon la conocería y vería que no me escapo con chicos indecentes. Ya que por eso siempre estaba llamándome constantemente.

¿En qué trabaja tu madre?-le pregunté interesada en abrir conversación, y aprovechando el tema que Jane ya había abierto.

Se me abrió el cielo.

- Sinceramente, me haríais un favor enorme si me acercaseis a casa. Me evitaría una buena chopada. - dije algo tímida.

Di un sorbo a mi café mirando a Delia.

- Trabaja como modista encargada en un taller de costura junto a la tienda de deporte de los Newton. Tiene demasiadas responsabilidades, ya creo que ni se acuerda de que tiene una hija... y yo ya ni recuerdo qué es hablar con alguien en casa... - dije mientras agitaba desganada el café con la cucharilla. - ¿Y tu tío?¿En qué trabaja?

Yo paso la mayor parte de mi tiempo sola en casa. La verdad es que no sé exactamente de qué trabaja, tampoco me he interesado mucho... Él hace su vida, y yo la mía... Sé que viaja mucho y que pasa mucho tiempo fuera de casa. Imagino que debe ser una especie de comercial, o algo así-respondí quitando el papel al muffin y dándole un mordisco saboreándolo. Estaba realmente delicioso.

Y dime, ¿cuándo quieres empezar las clases de latín?-le pregunté intentando cambiar de tema.

Casi me atraganté con el trozo de muffin que tenía en la boca.

- B-bueno... - dije intentando no escupir ningún trocito de comida. Tragué - Cuando quieras - añadí sonriendo - ¿dónde te viene mejor?¿En mi casa?¿En la tuya?¿En el instituto? - dije claramente interesada en el tema - El otro día compré un diccionario de latín en la librería del pueblo, podemos utilizarlo.

Pensé durante unos segundos - En tu casa o en la mía, pienso que estaremos más tranquilas que en el instituto. En mi casa estaríamos solas, lo más seguro. Pero si te sientes más cómoda en tu casa, podemos hacerlo allí.-le respondí escuchando a continuación lo del diccionario.

Hm...sí, podría serte de ayuda. De hecho, puedo prestarte algún libro de lectura en latín para que vayas adquiriendo vocabulario.- le dije tomando un sorbo de café. La verdad es que estaba igual de delicioso que la muffin

- Francamente me da igual, si quieres quedamos cada día en una casa por variar un poco... vamos... si te parece bien - añadí para no parecer demasiado lanzada.

Tomé el último bocado de muffin y un sorbo de café. Quedaba ya poco. Apoyé la espalda sobre el respaldo de la silla y me aparté el pelo hacia un lado jugueteando con los dedos en las puntas de la melena.

Miré el reloj.

- Vaya, ¡qué rápido pasa el tiempo cuando estás a gusto! - dije sonriente.

El móvil volvió a vibrar en mi bolsillo lo saqué y suspiré descolgándolo.

Eres un pesado, ¿no te dije que ya te llamaría yo?- le respondí mirando a Jane - Puedes venir en un rato, estoy en una cafetería en la plaza central, cuando estés fuera toca el cláxon y saldremos.-le expliqué mirando el reloj- Sí he dicho saldremos, llevaremos a la chica con la que estoy a su casa, nos queda de camino.-le contesté con tono molesto. Se despidió de mí y colgué sin decirle nada.

Jane, no te dejes intimidar por mi tío. Te hará preguntas, e intentará ponerte incómoda. Simplemente ignórale. Le gusta jugar a papás y a mamás y ser él, el papá y la mamá a la vez.-le comenté preparándola para lo peor con mi tío.

Arqueé una ceja. ¿Cómo que su tío jugaba a papás y a mamás y encima hacía de ambos? Vaya lunático. Me quedé parada sin saber que hacer y me limité a asentir tímidamente y a forzar una sonrisa.

- Bueno, lo intentaré... aunque se me pilla enseguida... - dije haciendo una mueca de desaprobación - aunque no sé qué va a querer preguntarme... - dije escéptica arqueando una ceja.

Carraspeé ligeramente y alcé la mano empezando a enunciar las preguntas que mi tío formularía en unos minutos.

¿De dónde eres?, ¿Dónde vives?, ¿Cuánto hace que vives aquí?, ¿De dónde son tus padres?, ¿A qué se dedican?, saber si vas a La Push con frecuencia, ¿Qué edad tienes? y muchas otras cosas que puede llegar a preguntarte.-le expliqué incómoda por la situación vergonzosa que tendría que vivir en unos minutos.

- Bueno... si es sólo eso vale... he contestado lo mismo varias veces a diario desde que estoy viviendo aquí... -dije algo aliviada. - Además... ni que fuese tu novio y tuviese que quedar bien delante de tu familia... - añadí intentando contener la risa.

Metí la mano en el bolsillo de la chaqueta y saqué un tarrito de vaselina perfumada de fresa. Abrí la tapa y con el dedo meñique me puse un poco en los labios.

- ¿Quieres? - dije ofreciéndole a Delia mientras le mostraba en tarro en mi mano.

No, gracias.- le dije sonriéndole e indicándole a la camarera que nos trajese la cuenta. No me gustaba andar con prisas, y cuando antes estuviese pagada la cuenta, menos tendríamos que hacer esperar a Damon.

Guardé el tarro en el bolsillo y saqué la cartera del bolsillo de mis pantalones. Mientras tanto la camarera trajo el plato con el ticket fui preparando unas monedas, al fin y al cabo siempre pedía lo mismo y me sabía el precio de memoria.

Dejé las monedas sobre el plato y volví a guardarme la cartera en el bolsillo. Suspiré.

- Bueno, cuando digas nos vamos.- añadí tranquilamente echando un último vistazo a través del ventanal de la cafetería.

Pagué mi parte de la comanda y me giré mirando hacia la ventana. Ahí estaba mi tío, montado en su Masseratti color negro, descapotable, con la capota subida. Y los cristales tintados para impedir ver el interior del coche.


Ahí está mi tío-dije indicando a Jane que él ya nos esperaba fuera, a pocos metros del café. Me levanté y me puse la chaqueta abrochándomela, y cruzándome sobre el pecho la cinta de la bandolera para llevarla mejor. Caminé hasta la puerta cogiendo mi paraguas y esperé a Jane.

Me quedé con la boca abierta... ¡Menudo cochazo! Me levanté y me puse la chaqueta y fui hacia donde estaba Delia, cogí el paraguas del paragüero y lo guardé en mi mochila ya que ahora no llovía.

- M-Madre mía... ¿ese coche es de tu tío?- conseguí articular con algo de coherencia.

Asentí caminando hacia el coche - Es algo llamativo, lo sé... Al menos es negro... y no rojo o amarillo pollo- le respondí caminando hacia el coche. A pocos metros, la puerta del Maserati se abrió dejando escuchar la canción Hysteria de Muse, la cual llevaba a un volúmen considerable.

Vi a Delia y a su compañera acercarse al coche. Abrí la puerta y bajé con las gafas de sol puestas, y la cazadora de cuero negra. Miré a las chicas y saludé a Delia y a su compañera con la cabeza. Caminé hacia la parte trasera del coche abriendo el maletero para que ambas dejasen sus mochilas y fuesen más cómodas. Esperé a que dejasen las maletas para cerrar el maletero y abrirle la puerta trasera a la compañera de mi sobrina para que entrase y se sintiese cómoda.

Mi cara debía de ser un poema... ¿¡ese bombón era el tío de Delia?! Podría ser su primo o su hermano... pero ¿tío? Un escalofrío recorrió mi espalda. Seguí a Delia y dejamos las mochilas en el maletero. Su tío cerró el maletero y fue hacia el lado donde estaba yo y abrió la puerta. Estaba demasiado shockeada como para decir algo, simplemente titubeé:

- Gracias - sonreí tímidamente.

Me coloqué justo detrás del asiento del conductor. La música estaba bastante fuerte pero era una canción que me gustaba así que no resultaba molesto. Miré a Delia sorprendida y arqueando una ceja como diciendo '¿por qué no me habías dicho nada de esto?'

Miré a mi tío dejando con desgana la bandolera en el maletero, mi mirada dijo claramente ''no montes un numerito, ni te hagas el interesante''. Vi como abría la puerta a Jane y la cerraba una vez que ella entró. Caminé hacia la puerta del copiloto y entré sentándome y abrochándome el cinturón.

Una vez entró mi tío, me decidí a presentarlos formalmente.

Jane, este es Damon, mi tío-dije señalándole y mirando a Damon.

Entré en el coche y arranqué el motor haciendo que la canción se detuviese unos segundos. Me encantaba escuchar el ronroneo del motor. Escuché a Delia cómo me presentaba a su amiga, miré por el retrovisor y le sonreí.

Un placer Jane.-le dije poniendo en marcha el coche - ¿Dónde vives?- le pregunté bajando la música, hasta dejarla ambiental.

'El placer es mío, créeme' pensé.

- Encantada - conseguí decir con la mejor de mis sonrisas. Y tan encantada que estaba... - Vivo al final del pueblo, junto a la carretera que lleva a La Push, Delia me ha dicho que os pilla de camino. - dije algo tímida.

El interior del coche era lo más lujoso que había visto en mi vida. No podía evitar el fijarme en cada detalle del automóvil por pequeño que fuese. Entonces me di cuenta de que no me había puesto el cinturón de seguridad, rápidamente me lo puse y añadí:

- No os viene mal acercarme, ¿verdad? - añadí algo preocupada, no quería resultar una molestia y que Damon me cogiese manía por tener que hacerme de chófer.