Perdida en el bosque

Salí de casa con la bicicleta en dirección opuesta al pueblo esperando encontrar algún sitio en el que comprar algo de cenar. Pasé por delante de casa de Delia y no vi a nadie. Seguí pedaleando en la oscuridad y acabé derrapando entre un montón de arbustos y caí por un terraplen lleno de hiedra y helechos.
No me hice nada, simplemente un arañazo en la mano al apoyarme. Me puse en pie y sacudí mi ropa. Tenía una mancha húmeda de tierra y plantas en la parte izquierda del trasero fruto del accidente.
'Bravo Jane. Sólo a tí se te ocurriría algo así...'. Miré la bicicleta. Tenía la rueda delantera totalmente deformada. 'Mierda... ya me he quedado también sin bicicleta'. Resoplé, me aparté el pelo de la cara con la mano, conté hasta tres y pateé la bicicleta.
Saqué el móvil del bolsillo. No tenía cobertura. Me mordí el labio y miré en todas las direcciones, nunca habría pensado que habrían tantos ruidos sin haber nadie cerca. El corazón quería salirse de su sitio. Saqué fuerzas e intenté encontrar el camino a casa... o al menos hasta algún sitio con cobertura...

Estaba regresando con mi coche hacia casa, después de haber ido a correr a la playa. Crucé uno de los senderos del bosque y vi una figura cerca de uno de los desniveles. A medida que me acercaba, las luces del coche iluminaron la figura, parecía Jane. Detuve el coche al lado y baje.

¿Jane?-pregunté

Mire hacia la figura que me hablaba. Era Delia.

- ¡DIOS! ¡Delia! ¡Qué alegría verte! - dije corriendo hacia ella.

Le conté lo que me había ocurrido: mi excursión a por la cena, que había acabado en accidente en medio de la nada y con la bicicleta destrozada. Suspiré.

- ¿Y ahora que voy a hacer con la bicicleta? Está destrozada... - dije casi gimoteando.

Miré a Jane, parecía estar bien, luego miré la bicicleta - Podemos cargarla en el coche, bajaré el asiento de detrás y la metemos. - volví al coche abriendo el maletero (mi coche es un Ford puma de color gris) y tumbé los asientos de detrás. Regresé al lado de Jane y levanté la bicicleta cargándola en el maletero, saqué una toalla y la puse sobre el asiento del copiloto.

Vamos, sube, te invitaré a cenar en mi casa.- le dije esperando a que se montase en el coche.

Ayudé a Delia a cargar la bicicleta en el asiento trasero y subí en el asiento del copiloto. En cuanto arrancó el coche me puse a pensar en lo idiota que había sido y rompí a llorar.

- No sé que habría sido de mí si no llegas a aparecer... - dije ahogadamente. - He sido una idiota...

Pensé en cómo reaccionaría mamá al enterarse. De repente, por mi mente pasó Damon. '¿Qué pensaría él de mí? Seguro que acabará odiándome.' Suspiré de nuevo.

- Gracias, Delia. - susurré acurrucando la cabeza sobre mi pecho y dejando que dos lágrimas resbalasen por mis mejillas.

Cuando montamos en el coche, aflojé la música. Mi estilo de música era muy parecido al de Damon. Quedaba un camino considerable hasta casa.

Jane, llorar no te va a servir de nada. Ahora cuando lleguemos a mi casa, te das una ducha para quitarte el barro, te curaré las heridas, y te prestaré ropa limpia. Mientras cenamos, pondré a lavar tu ropa y así cuando te lleve a casa estará limpia. Y por la bicicleta... pues no te preocupes, es un bien reemplazable. Sería más preocupante que te hubiese pasado algo a ti.-dije sin apartar la mirada de el camino.

Si no hubiese pasado por ahí, algún chico de la reserva te hubiese encontrado. Tengo entendido que hacen rondas por los bosques para cerciorarse de que todo está bien.- concluí.

Suspiré y asentí. Delia tenía razón y yo lo sabía, era consciente, pero el susto que había pasado había hecho que mi cuerpo reaccionase y no podía controlarlo.
Al rato tomé aire y dije:

- Gracias por todo Delia. Nunca podré agradecerte lo suficiente lo que estás haciendo por mí...- dije con los ojos empañados intentando contenerme.

Abrí la guantera y saqué un paquete de Kleenex, los cuales di a Jane.- Toma, no hay de qué. Tú harías lo mismo por mí- respondí cerrando la guantera y entrando por fin en el camino que llevaba a casa.

Alargué la mano y cogí los cleenex que Delia me ofrecía. Saqué uno del paquete y me sequé las lágrimas y soné discretamente la nariz.

Suspiré nuevamente. ¿Qué diría Damon al verme llegar así? Un escalofrío me recorrió la columna.

- ¿T-tu tío está en casa? - dije intentando fingir normalidad.

Me dejó en casa y se marchó. No creo que regrese hasta altas horas- respondí suspirando - ¿por qué lo preguntas?-pregunté intuyendo que no era por simple curiosidad.

Me puse a temblar de los nervios.

- N-no... porque... me daría vergüenza... qué pensaría... -no sabía como arreglarlo- No quiero que me coja manía y no nos deje quedar más. - dije casi de carrerilla, parecía creíble y todo, aunque no sabía que añadir más.

Cogí el pañuelo de nuevo y volví a pasarlo por los ojos por la parte que todavía estaba limpia.

Es normal que te guste. De hecho, si no fuese mi tío, a mí también me gustaría.-respondí sin mirar a Jane y con total naturalidad. Pretendía darle comodidad y confianza.

'Mierda... ¿tanto se me nota?' pensé. Intenté fingir sorpresa pero el suspiro que se me escapó me delató.

- Encima de irresponsable... idiota... lo tengo todo - dije frunciendo los labios en una mueca y arqueando las cejas.

Me volví a mirar la mano. El arañazo no era gran cosa, pero me escocía, sólo necesitaría un poco de agua oxigenada pero aun así resultaba bastante molesto.
Miré de nuevo por la ventana, estábamos ya llegando a casa de Delia.

Tranquila, no se lo diré-dije a modo de cómplice sonriendo levemente

- Eso me tranquiliza - dije irónicamente.

Sonreí por primera vez desde hacía bastante rato.

- Fijo que ya lo debe de saber - dije mirando por la ventana. - Lo llevaré escrito en la frente o algo... Se me notan demasiado estas cosas... - suspiré.

Ya hemos llegado- aparqué el coche delante de la entrada, tan sólo estaban las escaleras que llevaban a la puerta principal.

Dúchate en mi baño, estarás más cómoda, y tendrás productos de higiene que solemos usar las chicas- dije esbozando media sonrisa, similar a la de Damon. Ambas bajamos del coche y entramos en la casa. Cruzamos el salón y subimos las escaleras entrando en mi habitación.