Paseando por el centro de roma....

Era mi último día en Roma, había hecho una cantidad de compras suficiente como para quitarme dos depresiones de encima. Caminaba con tranquilidad por una de las calles más concurridas de Roma en busca de algún local de moda, tranquilo en el que poder tomarme una copa con tranquilidad y disfrutar de mi última noche sola, en Italia.

Pasé por delante de una cafetería decorada con un gusto exquisitamente bohemio, que me recordó a las antiguas cafeterías tradicionales de venecia. No pude evitar mirar hacia el interior, el olor del café recién hecho inundó mis fosas nasales. Sonreí levemente y decidí que la copa podía esperar.

Me quité los guantes blancos de piel entrando en la cafetería y desabrochándome el abrigo en busca de una mesa.

El camarero me pidió por favor que aguardase unos segundos mientras me preparaban una mesa. Me quité el abrigo y lo colgué de mi brazo cubriendo el bolso de pequeño tamaño. Iba vestida con un vestido vaporoso de seda de tonos pastel dentro de la gama de los azules, y un cinturón azul oscuro que daba un aire parisino al vestido. Algo muy característico en mí eran las medias, adoraba ponerme medias con algún detalle, y esta vez opté por unas medias de color carne, con pequeños dibujos de estilo romántico, todo ello acompañado de unos tacones de considerable tamaño, pero sencillos. Me giré un poco mirando el local y vi a un joven apuesto sentado a pocos metros de mí y le dediqué una sonrisa.

El camarero me pidió que le siguiese y así lo hice, me acomodó en la mesa contigua a la del joven. Dejé mis cosas en una de las sillas y tomé la carta que me ofreció el camarero para luego pedirle un capuccino con canela y caramelo. Luego se retiró el camarero con la carta y dediqué una mirada a todo el local.

Mientras tocaba el calor que emanaba de la taza de café, seguía observando a la dama que de pronto se sentaba en la mesa contigua a la mía, ella me había dedicado una sonrisa antes de aquello, por lo que yo se la respondí. Cuando la chica pidió ese capuccino y luego el camarero se dirigió a cumplir la orden le hablé.

Madame, si me permite, me gustaría invitarle a sentarse a mi mesa si no es mucha molestia.

dije ofreciendole la silla libre que había dejando notar el anillo que había en uno de mis dedos, la ropa que llevaba puesta era elgante pero casual, mi cabello como siempre no cambiaba y el color de mi piel pálida se hacía notar.

Miré a Aro sonriendo levemente y asentí agradecida cogiendo las cosas y sentándome con él - Grazie - dije dedicándole una adorable sonrisa acomodando la falda del vestido sobre mis muslos mientras cruzaba una pierna sobre la otra.

sonreí al sentir el aroma de su sangre y su perfume que se entremezclaba, sintiendo sed, pero conteniendome a la vez, le indiqué al camarero que dejara el pedido de la señorita en mi mesa cuando llegase y asintió acercandose con él, hizo una leve reverencia y dejó el capuccino con un aroma a canela que seguro a ella le gustaría.

es un placer compartir este momento con una dama tan bella como usted querida...

dije con una sonrisa cálida mientras me acomodaba.

mi nombre es Aro

dije sin decir mi apellido, no quería que sospechase nada de mí.

Blair- me presenté ofreciéndole mi mano de forma respetuosa y cortés. El aroma del café prometía que éste fuese una delicia, pero sería aún más delicia tomándolo con alguien como Aro a mi lado. Quizás, un chico así podría ser motivo de alargar mi estancia en Italia unos días más. Total, no tenía nada que hacer, ni me esperaba nadie en especial en Port Angeles.

un placer concerla Blair.

dije tomando su mano para besarla con delicadeza sin dejar de mirarle a los ojos, aquella la deje ensima de la mesa con cuidado para luego tomar un pañuelo que había a un lado y mantener mis manos ocupadas, no quería que se notase que su aroma en si me estaba embriagando, y muy poco común era que yo hablase con humanos ya que para mí siempre habían sido sólo un alimento.

El placer es mío, Aro- dije satisfecha por su forma caballeresca de besarme el dorso de la mano. Adoraba a los chicos que lo hacían, ya que denotaban pertenecer a una clase social por encima de la de muchos mortales, y a la que sólo muy pocos podíamos acceder.

Removí con cuidado el café escurriendo con delicadeza la cucharilla y dejándola en un lado del plato. Me acerqué la taza a los labios soplando suavemente sobre el ardiente café y bebiendo un pequeño sorbo dejando la taza sobre el platito y limpiándome los labios con una servilleta - Y dime, Aro, ¿eres de aquí?- le pregunté con interés

Observé su forma de actuar la cuál me agradó mucho, su elegancia, clase, y educación hacía que denotase la forma en la cuál fué criada, su posición social, etc.

Sonreí de lado al escuchar con atención su pregunta y miré mi taza de café tomando un sorbo aunque para mi no era algo que me gustase en realidad.

soy de por acá cerca, Volterra para ser mas explícitos.

respondí con naturalidad mientras volvía a dejar la taza de café ensima del plato de porcelana.

usted?

Por favor, tutéame- dije sonriendo - Soy de Manhattan, Nueva York- respondí bebiendo de nuevo un sorbo de café con cuidado de no quemarme, y justo cuando dejé la taza sobre el plato, pasé con cuidado la servilleta por mis labios de modo que conservase el carmín de los labios inalterable- Nunca he estado en Volterra, quizás lo considere como un destino vacacional

Yo dejaba la taza de café ahí inalterabe después del sorbo, posando mi atención al completo en ella y mantuve mi sonrisa.

asi que Nueva York...ese es un lugar sin igual a decir verdad, de vez en cuando lo visito para cuando tengo algunas reuniones de negocios, la verdad es que soy un hombre de mundo.

Comenté con educación para luego asentir cuando ella tomó en cuenta estar un tiempo em Volterra quizá para sus vacaciones.

Será todo un gusto recibirte entonces allá cuando quieras visitarla....

¿A qué te dedicas?-le pregunté, ya que al comentar sus viajes de negocios, se despertó en mí la curiosidad. Seguro que era algún joven empresario, propietario de alguna cadena hotelera, o algún negocio próspero. Mientras conversaba con él dejé mi mano y antebrazo apoyados en la mesa con naturalidad

Aunque realmente sí tenía mis negocios por algunos lados, no podría decirle a lo que realmente me dedicaba ya que era algo totalmente fuera de su mundo, sin enmbargo sólo me limité a darle la información que necesitaba para que supiera un poco más de mí.

Soy empresario madame, manejo disntitos ruros, tanto hoteleros como cafés de éste tipo.

dije señalando éste lugar.

Aunque debo decir que los míos son aún mas elegantes.

¿Alguno que tenga que visitar obligatoriamente?- pregunté antes de beber otro sorbo de café, mirando a Aro a los ojos sin borrar mi leve sonrisa

la plazoleta que hay cerca de un reloj, ahí siempre se festejan cosas, como el festival de San Marcos.

Comenté con la naturalidad de siempre mientras obserbava su fina mano en la mesa rozandola de pronto con mis dedos sin querer, ya que la mía se encontraba en la misma posición.

Cuando Aro me rozó, sentí un escalofrío recorrer me cuerpo que me llevó a apartar la mano ligeramente acercándola al plato del juego de café - ¿Vives cerca de esa plaza? - le pregunté intentando ignorar el leve rubor que había aparecido en mis mejillas.

Asentí observando el leve rubor que ella tenía en sus mejillas, retraje mi mano.

Espero alguna vez vaya, quizá le muestre los alrededores, será mi invitada de honor querida.

Expresé aquella invitación con sutilesa, aunque en mi cabeza se creaban pensamientos que no había tenido, algo de aquella humana me llamaba su atención, no sólo el aroma de su sangre sino quizá algo más, que me empujaba a querer conocerle un poco más.

Entonces, creo que pensaré en pasar unos días en Volterra, ya que voy a ser tu invitada de honor- dije con naturalidad sacando de mi bolso una pluma estilográfica y un pequeño cuadernillo y anoté con letra cursiva y perfecta mi nombre y un número de teléfono. No era el mío personal, pero ahí podría localizarme - En este número podrás localizarme si alguna vez vienes a Nueva York. Aunque ahora pasaré un tiempo en Port Angeles- le expliqué cerrando la libretita tras arrancar la hoja y dárserla

Recibí la nota con su nombre y número guardandomelo en el bosillo de mi chaqueta negra de terciopelo y asentí mientras con una seña pedía la cuenta.
Luego de un momento llegó el camarero con el valor de los cafés y dejé el pago y la propina en un plato de plata, sonriendole con amabilidad al dependiente.

Entonces pronto espero verte querida, un placer haber conocido a una dama como tú.

Respondí mientras volvía a tomar su mano dejando un beso en ella sin dejar de mirarle a los ojos con intensidad, sonreí de lado y me levanté de la mesa haciendo una reverencia.

Me levanté por educación dejando que me besase la mano- Arrivederci - le dije, deseando en ese momento volver a verle o al menos saber de él pronto. Era un chico bastante interesante, bien posicionado económicamente, con clase, y educado. Seguro que mi madre se enorgullecería de mí si salía con un chico así

saco una tarjeta con mi nombre y número de una de mis oficinas entregandoselo.

podrá saber de mí si llama aquí.

murmuré cuando estaba cerca de ella, volví a sonreir y comencé a alejarme del lugar y de ella hacia la salida pensando en lo que había descubierto de sus pensamientos al besar su mano y rozar sus dedos cuando ella tomó la tarjeta, camine con elegancia, el portero se encargó de dejarme paso abriendo la puerta haciendo una reverencia y me dirigí a mi hogar.