Habitación de Jane

Intenté gritar pero la mano de Damon me cubría la boca. Comencé a moverme rápidamente, intentando soltarme, pero la fuerza que ejercía sobre mí era sobrehumana.

Di patadas intentando deshacerme de él, pero todo esfuerzo parecía inútil. Gemí, era una sensación placentera pasado el pinchazo inicial, pero aquello no estaba bien. '¿Qué demonios está haciendo?', pensé mientras intentaba escapar cada vez con menos fuerzas.

Fuí recostándome sobre ella en la cama, soltándola a medida que oponía menos resistencia. Seguía alimentándome con ansia y deseo de ella. Tenía un sabor que me resultaba casi adictivo, de hecho me excitaba el sabor de su sangre.

Cuando estuve lo suficientemente alimentado dejé de beber de ella, lamiéndole la herida y besándole el cuello hasta encararme a la joven humana. Permanecí en silencio unos segundos mirándola a los ojos, quizás no necesitaría usar la persuasión.

Noté como poco a poco dejó de succionar. Me notaba débil, pero nada más, ni confusa ni mareada. Noté como Damon me besaba en el cuello para quedarse mirándome fijamente.

- ¿Por qué? - articulé a decir.

¿Por qué, qué? - le pregunté apartándole el pelo de delante de la cara con cuidado, mirándole con deseo.

- ¿Que por qué acabas de hacer lo que has hecho? - dije ladeando la cara intentando buscarle una razón convincente para no pensar en lo que estaba pensando.

Me estaba muriendo de hambre... necesitaba alimentarme... y tu me resultas adictiva...- susurré besándole en los labios con suavidad - tranquila... ahora te sentirás mejor - le dije mordiéndome en la muñeca y acercándosela a los labios dejándole probar mi sangre - Bebe, te sentirás mucho mejor

Sonreí nerviosa.

- ¿Alimentarte?¿De mí? Damon... hay algo que no me cuadra... - dije algo nerviosa mientras observaba su muñeca con una herida abierta que no sangraba.

Bebe, Jane... cuando estés recuperada te lo explicaré todo. Pero antes bebe... - susurré incitándola, pero sin llegar a ordenárselo.

Acerqué lentamente mis labios a la herida y los mojé con el untuoso líquido rojo. Lamí mis labios. Era un sabor metálico pero altamente adictivo. Notaba que con cada gota mi cuerpo se reactivaba. Cogí la muñeca de Damon con ambas manos y me la acerqué a los labios, succionando despacio mientras miraba a Damon a los ojos. Comencé a succionar con más intensidad jadeando.
Me aparté bruscamente. Una gota de sangre se deslizaba por la comisura de mis labios. Saqué la lengua y la atrapé antes que escapase.

- ¿Me lo vas a explicar ahora?- pregunté sentandome con las piernas cruzadas sobre la cama.

Me aparté sentándome a su lado - ¿Qué es lo que no te cuadra? -pregunté admirándola. Era más que preciosa.

- Que tú hagas lo que has hecho... - le dije ya algo molesta por las largas que me estaba dando.

Me recosté en su cama apoyando la espalda sobre la inmensa cantidad de cojines que tenía sobre ésta, mirándola, sintiéndome perfectamente. Me sorprendía que no se hubiese escandalizado, y que aun permaneciese a mi lado. Eso era buena señal - ¿Quiénes hacen lo que yo he hecho? -le pregunté mirándola con una leve sonrisa en los labios. Quería que fuese ella quien dijese mi naturaleza.

- Los depravados desequilibrados mentales, los emos y los vampiros... - dije arqueando una ceja.- Igual eres un emo depravado que quiere ser un vampiro malote o vete tú a saber... - dije torciendo el gesto.

No tengo pinta de emo, y soy un poco mayorcito para esas tonterías... ¿un depravado?... quién sabe...- dije jugando con el cinturón de la bata de Jane - ¿Cual de esas tres cosas te gustaría más? - le pregunté indicándole con el dedo que se recostase a mi lado.

Permanecí sentada, pensativa.

Cogí mi mano y la alargué hasta la cara de Damon, la deslicé por la mejilla hasta bajar al cuello. Me detuve y estuve en silencio otro momento.

- Estás helado... y frío no hace... - dije mirándolo finalmente a los ojos.

Ven, apoya tu cabeza sobre mi pecho, y escucha mi corazón-le indiqué. Iba sin camiseta y se podían apreciar todos mis músculos bien formados.

Me apoyé delicadamente sobre el pecho de Damon. Permanecí allí inmóvil. No podía creerlo, llevaba dos días suspirando por él y ahora lo tenía en mi cama y sin camiseta.
Me aparté lentamente.

- No es posible... - dije mirándolo con pena.

Le acaricié el pelo cuando se apoyó en mi pecho. La miré a los ojos cuando se apartó de mi - Deja que te lo pregunte de nuevo... ¿Qué soy? - pregunté con tono serio, mirándola a los ojos.

- ¿Algo raro? - dije arqueando una ceja.

Me quedé pensativa durante un raro. Damon era un vampiro y si las leyendas que circulan por ahí al respecto son ciertas podía haber sido convertida.

- Damon, ¿me has conver... - hice una pausa- me siento realmente absurda preguntándote esto- ¿me has convertido a mi también en vampiro? - pregunté mientras me acariciaba la zona del cuello que antes había mordido.

Me incorpore acariciándole el escote con suavidad - Tu corazón sigue latiendo. Podrías convertirte... existe el riesgo... has bebido de mi sangre... pero para convertirte... hace falta algo más que eso... Deberías morir primero, y luego alimentarte de un humano - le comenté mirándola con cara de cachorrito

- ¿Y si no lo hago?- dije sin inmutarme.

Arqueé una ceja.

- ¿Y esa cara?- dije sonriendo de manera pícara.

Le guiñé un ojo acercándome a ella - Te he dado de mi sangre, porque ayuda a que sane la herida y nadie sepa que has sido mordida por un vampiro. En pocas horas desaparecen los rastros de mi sangre en tu cuerpo - le susurré mirándola a los ojos, pasando mis manos por su pelo hasta su nuca, esperando a que fuese ella quien se lanzase a besarme - Es mi cara de niño bueno - le susurré

- Dudo que haciendo lo que haces seas un niño bueno - dije divertida.

Sentí una tentación irrefrenable de besarlo, tan cerca, tan sugerente. Pero me controlé, al fin y al cabo era el tío de mi mejor amiga.

- Oye, Damon.- dije tranquilamente mientras le pasaba un mechón de pelo por detrás de la oreja.- ¿Delia también es como tú?

Negué levemente - Ella es totalmente humana, nunca ha probado mi sangre, ni yo la suya - susurré deslizando mis labios hasta el cuello de ella, besándola por la clavícula y el escote con suavidad.

- Damon... - susurré algo nerviosa por la situación - mi madre podría llegar en cualquier momento... -dije poniendo las palmas de mis manos sobre su pecho.

'Madre mía, Jane, estate quieta, no hagas ninguna tontería, por Dios', me decía a mí misma.